sábado, 5 de enero de 2013

Introducción a la cultura ibérica.

Antes de comenzar, hay que resaltar el papel que jugó don Emeterio Cuadrado en la definición de esta cultura a raíz de sus trabajos en la necrópolis ibérica de El Cigarralejo.
Los íberos eran las gentes que habitaban las costas del Levante, desde las costas gaditanas al sur de Francia, a la llegada de los Escipiones a España en el 218 a.C. Su origen se haya en la hibridación de la cultura indígena, de sustrato Neolítico, con influjos de Oriente, en especial de fenicios y griegos, a partir del siglo VIII a.C.
Mediante el comercio que generaba estas nuevos contactos, y la aculturización de la aristocracia local, se fue creando una red de comunicaciones, que giraban en torno a la Vía Heraclea.
Es una sociedad de la Edad del Hierro, caracterizada por vivir en poblados en altura, sin ninguna cohesión política. Sus poblados nunca están a más de 120 km de la costa. A partir de esa frontera se conocerán como celtíberos.
La arqueología demuestra que tenían escritura en fechas muy tempranas, antes del siglo V a.C., aunque aún no ha podido ser descifrada.
No sabemos como se llamaban a sí mismos, y el nombre que nos ha llegado, íberos, viene de las fuentes clásicas, como los griegos Estrabón y Polibio.
Sus poblados se articulaban en torno a las grandes vías fluviales, siendo el Río Segura y sus afluentes la principal. Dentro de los íberos encontramos diferentes pueblos, y los contestanos eran los que habitaban la Región de Murcia, parte de Almería y Alicante.
La costa por lo general no encontramos presencia íbera, pero si en las zonas fluviales, desde el siglo V a.C. hasta la romanización. 
Dentro de los poblados encontramos una jerarquía: poblados grandes en altura, que dominan un territorio de unos 20 km de radio con aldeas que producen para ellos. Los poblados rectores de nuestra zona son: Lorca, Mula, Archena, Verdolay y Coimbra. Se adaptaron bien a los romanos y con el tiempo se convirtieron en ciudadanos romanos, a excepción de Coimbra.
Las características de sus poblados era que se situaban en cerros, debido a la inseguridad producida por la falta de cohesión política. Vivían en casa de una o dos habitacones, rectángulares, con zócalos de piedra, y muros de adobe. Algunas casas estaban semienterradas para mejorar la temperatura. El tejado era a un agua, de adobe sujetado a un poste central. La familia dormía toda en una habitación de dimensiones reducidas.
La aldea se encontraba rodeada de un muro defensivo. Cuando entraban en guerra llegaban incluso a tapiar la entrada a la aldea para evitar que el enemigo entrara.
La aristocracia era de tipo guerrera, siendo las armas y las joyas su seña de identidad. Las armas íberas estaban hechas de hierro. La falcata era la espada, usada para dar tajos y pinchar,y hecha a medida para cada guerrero. La lanza era el arma más usada y podía mediar más de 1,80 metros. El soliferros era la lanza de hierro que usaban a modo de jabalina. El caetra era el escudo redondo de pequeñas dimensones, y hecho de madera y cuero. Tambien tenían armas importadas de Oriente.
Con el resto de entradas nos adentramos en el mundo religioso, acercándonos al yacimiento.


Falcata y punta de lanza. Santuario de La Luz

Plomo del Cigarralejo. Escritura íbera.



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